Thursday, April 06, 2006

ARTE OLMECA
En La Venta, se encuentran formas más elaboradas, tiene un centro ceremonial planificado, aunque con monumentos sólo de tierra y escaso valor arquitectónico. Pero existen sin embargo, montículos de uso religioso, pisos de mosaico de piedra, un recinto rodeado de columnas de basalto y una gran tumba formada de esas mismas columnas.
Es posible ubicar a la cultura ollmeca entre los años 1300 y 600 a. C. basándonos principalmente en su producción escultórica en piedra.
Como un lirio que brota del fango, surgió repentinamente de la selva pantanosa xicallanca un arte cuya fuerza incontenible abrió paso atravesando selvas, ríos y bosques, escalando montañas, para extenderse aun más allá de los confines de Mesoamérica. Trabajaron con esmerada técnica y con refinado sentido artístico, igual el basalto en colosales dimensiones, que el jade en exquisitas figurillas, hachas y cuentas.


A través de Mesoamérica, encontramos en casi todas las áreas estilos parecidos al olmeca que influyó en ellas, ya que se habla de los olmecas como un pueblo que en un tiempo dominó espiritualmente a Mesoamérica.
Por haber sido ahí donde desarrollaron las más altas expresiones de su estilo -herencia única que nos legaron, que no nos revela de donde llegaron, ni cómo eran sus creadores-, pensamos que en el sitio de La Venta, Tabasco, existió el centro ceremonial de las gentes que crearon el arte olmeca".
Ni tan siquiera sabemos las cosas más sencillas de su vida diaria. Otras artes menores a la escultura -quizás la cerámica- nos pueden señalar la anterior trayectoria de esta gente, antes de establecerse en aquel sitio.
Se sospecha la mano dirigente en la concentración de estructuras ceremoniales, que apartan al hombre de la vida cotidiana y le dan oportunidad de acercar sus pensamientos hacia una comunión con la deidad. La vida religiosa se organizó aquí alrededor de un alto montículo piramidal.

ESCULTURA

Las esculturas olmecas, constituyen un estilo; son el vehículo de expresión y el signo visible de una época de integración cultural. Las formas que integran un estilo son como un conglomerado esencial y permanente, en tanto expresan una cultura, pero están sujetas a los cambios propios del mismo proceso cultural.




Los olmecas esculpieron monumentales cabezas de piedra (entre 1.5 y 3 metros de altura) de una hechura perfecta (se conocen 17 de estas cabezas completas); macizos altares rectangulares; enormes estatuas que representaban gente deforme, combinaciones de hombre con tigre, y otros finísimas figurillas.
La mayoría de esculturas del área metropolitana están realizadas en basalto y en andesita (piedras que no se encuentran en la región); los bloques, debieron ser transportados desde distancias de más de 80 kilómetros.
Es en San Lorenzo, donde se realiza, el clásico estilo olmeca, el más puro, el no contaminado, el modelo primordial. La Venta, Tres Zapotes, Laguna de los Cerros, muestran variantes regionales; en muchos aspectos son coincidentes con la escultura de San Lorenzo, pero en otros se distancian considerablemente de esta.
Los olmecas fueron los más antiguos escultores de Mesoamérica; trabajaron no solamente las piedras volcánicas para sus grandes monumentos, sino también las piedras duras, compactas semipreciosas para sus tallas pequeñas, principalmente algunas jadeítas traslúcidas de color verde esmeralda, azul verdoso o grisáceo y, en menor escala, la serpentina, la hematita y hasta se han encontrado en La Venta cuentas de amatista y de cristal roca.
No se sabe con certeza el procedimiento técnico que siguieron para lograr tales pequeñas piezas de talla exquisita y excepcional, sin equivalente en la calidad de su pulimento. Las piezas pequeñas se han encontrado no sólo en la región olmeca metropolitana, sino dispersas en gran parte de Mesoamérica.

FORMA.- En su escultura destaca la preferencia por el volumen, o sea la masa en tres dimensiones contenida por el espacio; de esta mas se define por su pesantez sólidamente arraigada en la tierra, de la cual parece no desprenderse; el ritmo interno de la forma cerrada: los salientes y los remetimientos se recogen creando una unidad plástica que no interrumpe o hiere el espacio circundante; el predominio de las superficies redondeadas que cubren las estructuras de formas geométricas; la monumentalidad que deriva de la justa proporción armónica de las representaciones.
Es precisamente esta última característica la peculiar a la clásica escultura olmeca en su expresión monumental o de pequeñas dimensiones.

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