Thursday, April 06, 2006

Cabezas olmecas

El hombre es el tema principal de la escultura olmeca. También hay figuras en donde se conjugan rasgos humanos y animales, especialmente del jaguar. De estos, los olmecas tomaron algunos elementos anatómicos - fauces, garras, alas, cejas, manchas de piel - y los estilizaron. Se han encontrado muchas esculturas de niños con rasgos de jaguar, con largos colmillos y garras.
La expresión escultórica más famosa de los olmecas son las cabezas humanas de enormes dimensiones, pero dentro del arte de esta cultura también hubo grandes "altares" rectangulares, esculturas de seres humanos sentados, "estelas" talladas en relieve que representan seres humanos y sobrenaturales, e infinidad de esculturas pequeñas (figurillas, orejeras y "hachas") talladas en piedra verde.
En cuanto a las cabezas colosales, cada una de ellas muestra rasgos faciales distintos, como si fueran retratos de individuos específicos. Pudieron haber sido reyes o sacerdotes. También se ha propuesto que eran jugadores de pelota porque el tocado que presentan todas las cabezas, pudiera ser el casco de protección para este juego ritual. Lo que sí se sabe es que las cabezas estaban totalmente pintadas porque la mayoría presentan restos de pintura.
En 1862 se descubrió la primera cabeza colosal en Tres Zapotes. Sin embargo, San Lorenzo fue un centro de poder territorial importante y por eso ahí se han encontrado el mayor número de cabezas colosales. Todas ellas fueron encontradas escondidas bajo tierra, lo cual contribuye al misterio del significado de estas piezas. En toda la zona se han encontrado unas 16 cabezas, de un peso que oscila entre las 6 y las 25 toneladas, aunque se encontró una en el Rancho de Cobata, Veracruz, de 65 toneladas!
Las enormes piedras que sirvieron para esculpir las cabezas eran traídas de canteras en la zona de los Tuxtlas, más de 80 Km de distancia, a través de montañas selváticas, pantanos y ríos caudalosos. Seguramente se necesitaron cientos de hombres para movilizar las rocas de basalto en balsas a través de los ríos.
Uno de los temas polémicos en relación a los monumentos olmecas es el hecho de que un gran número de las esculturas fueron mutiladas. Se han manejado varias explicaciones, como que fueron los propios olmecas quienes las rompieron, para significar que el retratado había muerto, o bien que fueron destruidas por grupos no olmecas en actos de violencia y dominación.

CABEZAS COLOSALES OLMECAS

“Lo que llamamos “obra de arte” –designación equívoca, sobre todo aplicada a las obras de las civilizaciones antiguas– no es tal vez sino una configuración de signos. Cada espectador combina esos signos de una manera distinta y cada combinación emite un significado diferente”.Octavio Paz
Las cabezas colosales olmecas talladas en piedra son quizá, junto con la pintura de Frida Kahlo y los murales de Diego Rivera, uno de los íconos más populares del arte mexicano. La exposición La magia de la risa y el juego en la sede de la Fundación Proa exhibe, por primera vez en la Argentina, una cabeza de piedra olmeca junto a un grupo de cerámicas modeladas: las denominadas caras sonrientes y algunos juguetes. Toda la muestra procede del actual estado de Veracruz en México y, además, reconoce una cierta continuidad en términos del desarrollo cronológico.
Son varios los motivos que me llevan a centrar la atención en la cabeza colosal olmeca: uno, y tal vez no el más importante, por mi formación de arqueólogo; otro, por la profunda curiosidad que me despierta el arte y su relación con los procesos sociales; por último, por mi condición de director de un museo universitario de antropología.
En esta exposición, la cultura olmeca está representada por una cabeza colosal que lleva el número 9 y fue hallada en 1982 de manera casual por un campesino, cerca de San Lorenzo (Veracruz). Hasta la fecha, son 17 las cabezas conocidas: diez proceden de San Lorenzo, cuatro de La Venta, dos de Tres Zapotes y una de Cobata; los ejemplares de cada una de estas localidades tienen su estilo propio y particular. Casi todas las cabezas han sido mutiladas en tiempos remotos, posiblemente con fines políticos.
El primer hallazgo de una cabeza colosal fue el que hizo José Melgar en 1862 y cuya noticia publicó en el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (1896). Pero fue Mathew Stirling quien en 1936 inició las investigaciones arqueológicas sistemáticas y modernas en la región olmeca; sus trabajos se prolongaron por varias décadas y tuvieron una notable influencia en la arqueología americana. Por su parte, el pintor, dibujante e ilustrador mexicano Miguel Covarrubias cumplió en las décadas de 1940 y 1950 un importante papel en la valorización de las sorprendentes y remotas manifestaciones olmecas desde la perspectiva artística.
En 1946 escribía en su libro El sur de México: “Según parece, una raza misteriosa de extraordinarios artistas vivió desde tiempos muy antiguos en el Istmo [deTehuantepec], sobre todo en los alrededores de Los Tuxtlas y la cuenca del río Coatzacoalcos. Por todas partes hay tesoros arqueológicos que yacen ocultos en las selvas y debajo de la rica tierra del sur de Veracruz: túmulos y pirámides funerarios; monumentos colosales de basalto tallados magistralmente; magníficas figurillas de precioso jade y otras de barro, modeladas con gran sensibilidad. Todos ellos de una gran calidad artística sin precedentes. La inasequible presencia de un pasado grandioso y remoto en lo que ahora es selva impenetrable y deshabitada, resulta un enigma aún más misterioso porque la mayoría de los antropólogos actuales coincide en afirmar que muchas de estas obras maestras artísticas datan de una época que retrocede hasta los comienzos de la era cristiana. Esta cultura, que aparece de pronto como surgida de la nada en un estado de completo desarrollo, parece haber sido la raíz, el origen de culturas posteriores y mejor conocidas: maya, totonaca, zapoteca, etc.”. Desde 1950 y en adelante, la aplicación del nuevo método del radiocarbono, al poder fechar los restos orgánicos, permitió establecer con aceptable precisión la antigüedad de los materiales arqueológicos, lo que confirmó que las tallas olmecas se remontaban al primer milenio AC.
El núcleo geográfico de la cultura olmeca corresponde a la parte sur del estado de Veracruz y la porción colindante de Tabasco. El paisaje se presenta allí como una planicie costera con lomadas bajas, que debido a su escasa altura sobre le nivel del mar se inunda con facilidad. El área está surcada por ríos de gran caudal, muchos de ellos navegables, y en cuyas desembocaduras se han formado amplios deltas: es el caso del río Coatzacoalcos, por ejemplo. La densa selva tropical que cubría la región, hoy casi ha desaparecido por las modernas prácticas agrícolas y ganaderas y, también, por la intensa explotación petrolera.
Todos los objetos líticos –máscaras, cabezas colosales, tronos, estelas, hachas, estatuillas, esculturas de bulto, etcétera– fueron tallados por los olmecas sólo con herramientas de piedra y madera, pues en Mesoamérica los metales eran desconocidos en esa época. La forma general de las piezas se lograba con instrumentos de piedra, se perforaban con el taladro de arco y para el desgaste y pulido se recurría a arenas o cenizas volcánicas. Lo que debe considerarse es el gran aporte de mano de obra que requería una técnica que podríamos calificar de neolítica, lo cual era coherente con los modos de organización de la fuerza de trabajo en las sociedades preindustriales.
Las materias primas procedían de regiones distantes; la piedra verde (jade, jadeíta, serpentina y otras) para los bienes de lujo se traía probablemente desde el actual estado de Guerrero (México) o del valle del río Motagua (Guatemala). Las cabezas colosales, por su parte, se tallaron en roca volcánica; las de la Venta, Tres Zapotes y Cobata en basalto, mientras que las de San Lorenzo en andesita. Los enormes bloques de roca proceden de canteras que quedan a 100 y 150 Km de distancia y lo más probable es que debieron transportarse en balsas a través de los ríos hasta sus emplazamientos definitivos.
En el área que los arqueólogos han definido como Mesoamérica y en una fecha tan temprana como el 2500 AC, se afianzó una nueva forma de organización social: se generalizó el sedentarismo agrícola, hubo un aumento de la población que se concentró en caseríos y aldeas. Los antiguos modos de vida de los cazadores recolectores fueron dejados.

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